lunes, 8 de febrero de 2016

Poesía de Amores y Desamores (6)

Mujer de Cojedes en el archivo de Carlos González




EL AMOR SEGÚN ORLANDO FLORES MENNESSINI  
(Isaías Medina López)
Elija amar una mujer de esta ciudad
Divulgue a todos los amigos
encontrados en la vida
el color de su ojos y lo dulce de su piel
hasta cuando resulte imposible
volver a relatarlo
Si ella se muestra poco interesada
y cada uno de sus intentos
carece de importancia
es la ocasión ideal para mostrar entereza
Nadie puede conocer de su fracaso
y debe continuarse la imposible tarea
una vez más y de nuevo otra vez
sin temer cuántos años le lleve enamorarla
como si nada ocurriese
Pero si conociendo  lo rotundo de la verdad
que dicho amor
jamás corresponderá a un hombre como usted
no tenga a menos su noble intención
Entiéndalo estuvo equivocado de mundo
y cualquiera puede errar su paraíso      
No se desilusione inténtelo de nuevo
siempre quedará lugar para el  último argumento
quizá mañana logre convencerla
tal vez sea su gran día
quién puede decirlo
el amor es así de caprichoso.


TRIUNFO  (Olga Luzardo)
Yo no creo en el triunfo
de tu carne,
cuando me tomas...

Pienso en el triunfo mío
que he podido tenerte
sin recelos
...
Yo no pienso
en los besos
que otra mujer te diera
en otras noches.

Pienso que son tus labios
los que me están besando
con anhelo...

Yo no creo en el triunfo
de las manos
que aprietan duros senos

Creo en la esclavitud
que le ha creado mi cuerpo
a tus deseos.


Imagen en el archivo de Lilibeth Casadiego

De Ana Saavedra

 "Creo en la santificación de la pasión

y en la resurrección del amor.

En el espíritu humano."

José Manuel Hermoso.


Como un cirio consumiéndose en el vientre de una ilusión, donde todas las tormentas reposan y el verbo soporta nacer a la contradicción. Una mujer clama encendida por la confesión, como hechicera que antes fue, lo dice la manera en que su alma sacraliza al fuego, flama que busca comprender la santidad, que desea, que persiste en discurrir la piel del otro, donde es la rasgadura de la pasión, la que retiene,  palpita de fe, del aliento y el perfume del signo en la invocación de los besos, que guardan las mujeres en las cartas, mientras se sumergen en ese releer lo eterno.

Es siempre lo que inmortalizamos al volver a nacer, porque la entrega muere y resucita en cada palabra que confiesa al amor e intuye el trueno de las borrascas.

Cuando llegue ese instante en que se iluminan los tiempos estaremos desnudos y abrazados después de un éxodo, donde arderemos con la historia, el pensamiento, el contacto de cada palabra con el alma, la sosegada pasión de los que se comprenden en el mito que les hubiera tocado.

Si morimos en la claridad de un amor imperfecto, la única perfectibilidad seria la piel, los huesos del delirio, el color de una voz donde se oye un río inconmensurable o un llanto de ciudades llenas de fantasmas.

Santa sea la pasión que consume un corazón poblado de recuerdos.


De “RESPUESTA” (Enriqueta Arvelo Larriva)
Si mi voz, rama andante de mi vida,
se te dio como ser,
como suelto corazón cálido,
como humana viajera
que hoy regresa con sus pedazos de camino
y puede darme tu valle y tus breñales.
Me pediste mi distante secreto
Da el tuyo a mi curiosa lejanía.”


Poema de Cósimo Mandrillo
No hacer la cama
No alisar las sábanas
Buscar todo indicio de ti
Identificar cada sospecha de tu cuerpo
Determinar rastros de humores, piel cabello
Analizarlos a conciencia
Determinar culpabilidad
Guardar el expediente al fondo del alma


Versos de Lydda Franco Farías
La lluvia canta afuera su canción,
la miro con ojos sorprendidos
y pienso en unas bodas bajo el agua,
que un novio vegetal me acaricie,
que sienta el perfume silvestre de mis manos,
mi cálida ternura abierta en gajos.


Imagen en el archivo de Karina Pérez


Poema de  Néstor Rojas
Y si el olvido
me quita la palabra
hablaré con mis ojos
Y si la ceguera
me arrebata la vista
diré de memoria lo aprendido
Y si el tiempo
devora mis recuerdos  
guardaré tus besos
en la piel de mis labios

Y si un relámpago
destroza mi corazón
antes que cante el gallo
(si es que canta)
invocaré tu nombre
para que el cielo
me devuelva el vuelo de un pájaro
y pueda yo volar hacia tu nido
 amor

El destino del alma es el aire
Pero tu cuerpo es mi puerto


Poema de Zulay García
Rompiendo la monotonía de la vida
asomadas tímida
luz de tu presencia
oprimiendo sentimientos y emociones
en indescifrables preguntas.
Experimento  el frío de las sábanas
con solo saber de tu ausencia
e invento excusas para justificarte
pues dentro de mí sigues
ahogando la necesidad en mi piel
escrita
clavado en mi alma solitaria

pues dentro de mí sigues
y brotan ríos de mis ojos sin consuelo


Poema de Floriman Bello Forjonell
Déjame leer los versos de tu carne
 tú, mis palabras que son tú
déjame tallar el aire a la medida de tus pájaros
para recibirte entero
     en agua, pan, olor del vino, lluvia
ya sobre los minutos, tú, mis palabras que son tú
             o nosotros como preguntas abrazados al medio día a  vuelo de
guitarra.

Dos cafés y una vida, por favor



Imagen en el archivo de Angélica Hernández


SILENCIOS DE AZAHARES (Duglas Moreno)
Un rostro
hace tantos silencios
como una palabra, 
como una ventana  
en el sueño de un árbol.
Iglorién
estás en lo fugaz de un vuelo,
en lo ausente de mi mano,
en esta sentencia a muerte
que cargo como un azahar.
Confieso:
espero solitario
en este semblante,
en este largo día,
en esta calma de buitre,
en esta esperanza que,
arrastro y pienso
como una maldición.


Poema de Miriam Rodríguez
Te escribo por primera vez
Apoyada en la complejidad
De esta soledad inhabitada
En esta casa de duendes
Espíritus burlones tejen y despejen
Una mortaja interminable
Las hojas de la tarde
Se abren a la noche
Bajo un cielo ruborizado
Y me desangran
En esta espera
De sombras noctámbulas
Te extraño


Imagen en el archivo de Daciel Pérez


OMPHALOS (César Seco)

(Homenaje a Alberto García Alix)

En una sola enervante mirada

tus ojos sustraen a los míos.

Como sol en noche, día entras

por la ventana, alta luna

a la mesa descendiendo:

gata blanca en la penumbra.

Verso egregio, cuando cenit

en mis bazos te arroje de un

solo eléctrico salto a mi torso,

trémula noche en mitad de día

dirás en mi oído suavecito: 

Y termina en una cama"



APOLO Y DAFNE (Carlos César Rodríguez Ferrara)
Sentada
come flores
amarillas
sin presentir
su semejanza
con la hoja
Después corre,
acosada
por el poseído
de terribles niños,
y bajo el puente
queda ella
-amada-

Deshojándose.






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